Parroquia

Nuestra Señora de los Ángeles

Serra, Valencia

"Por esto, queridos hermanos, manteneos firmes, inconmovibles, trabajando más y más en la obra del Señor, sabiendo que el Señor no dejará sin recompensa vuestro trabajo"
San Pablo (1 Cor. 15, 57)

Homilías

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Homilia Solemnidad de la Ascensión del Señor

Celebramos la Solemnidad de la Ascensión del Señor. Por tanto, el tiempo de Pascua, poco a poco toca a su fin.

Durante estos cincuenta días de la Pascua estamos celebrando la Resurrección de Jesús. Aquello que comenzó hace casi dos mil años, en una región alejada del imperio romano, como un rumor de unas pocas personas, se convirtió pronto en un grito de alegría que se escuchó por todo el imperio: “¡Jesús vive!”.

Una fuerza imparable hizo que en poco tiempo miles de comunidades surgiesen por todos los países. Y hasta hoy, miles de generaciones que han celebrado y repetido lo mismo y que nos han transmitido el mismo mensaje que hoy aquí estamos celebrando: “Jesús vive. La muerte ha sido vencida. El amor es más fuerte que la muerte.”

¿Cómo podemos explicarnos la repercusión tan importante de este mensaje en la historia de la humanidad? ¿Es sólo una cuestión humana...? Nosotros los creyentes sabemos que ha sido el Espíritu de Jesús actuando en el corazón de todos los hombres y mujeres que han creído en Él.

Es el Espíritu el que ha levantado y levanta también hoy testigos que defienden la causa de la dignidad del ser humano en las plazas y en los tribunales, es el Espíritu el que mantiene firmes a los mártires de la intolerancia y la barbarie, es el Espíritu el que ha movido y mueve a miles de personas a dedicarse de una manera callada y humilde al servicio a los demás.

Es el Espíritu el que ha permitido que millones de seres humanos hayan encontrado en el evangelio la razón y el sentido a sus vidas. Es el Espíritu el que hoy sigue moviendo a los hombres y mujeres de nuestro mundo a luchar por un mundo más justo, donde se respeten los derechos humanos, donde haya más tolerancia y una sensibilidad creciente por la paz y la justicia.

Es el Espíritu el que nos ha congregado aquí a nosotros para vivificar nuestra vida con su aliento. El Espíritu es la gran herencia de Dios Padre que nos ha dado por Jesús. El Espíritu trabaja incansable a través de los siglos y de las generaciones hasta que todos seamos uno y nos presentemos ante Dios Padre, con Cristo a la cabeza, en la mañana radiante de la nueva humanidad, con una tierra nueva y unos cielos nuevos, el hogar de Dios con el hombre. Esta es nuestra esperanza, una esperanza que ha comenzado a realizarse ya, comenzó en uno de nosotros: en Jesús.

Y esto es lo que celebramos hoy con la fiesta de la Ascensión del Señor. Con Jesús la humanidad ha entrado definitivamente en la órbita de Dios. Cuando en el Credo proclamamos que Cristo está sentado a la derecha de Dios Padre, estamos proclamando que algo de nosotros mismos, nuestra misma esencia humana forma ya parte para siempre de Dios.

Hermanos, mientras tanto, nosotros vamos caminando por la vida, confiados, alegres por la presencia del Señor entre nosotros por medio de la palabra, de los sacramentos y de la persona del hermano. Que su presencia nos anime a seguir viviendo fieles al evangelio y seamos capaces de dar testimonio cristiano.

Y junto a la presencia del Espíritu de Jesús en medio de nosotros, la presencia de su madre, María, en este mes de mayo que dedicamos a orar y reflexionar bajo su regazo. Ella intercede incansablemente por todos nosotros para que nos unamos a la gran familia de Dios. Que ella nos proteja siempre y nos permita acrecentar la fe que recibimos de nuestros mayores y que ahora nos corresponde a nosotros fortalecerla y hacerla personal.

Que así sea.

  • primera lectura: Hechos de los Apóstoles 1, 1 - 11

    En mí primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo y, apareciéndose durante cuarenta días, les hablo del reino de Dios.

    Una vez que comían juntos les recomendó:

    -- No es alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua; dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.

    Ellos le rodearon preguntándole:

    -- Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?

    Jesús contestó:

    -- No es toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.

    Dicho esto, lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban atentos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron:

    -- Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse.

    Palabra de Dios

  • salmo responsorial: Salmo 46

    R.- DIOS ASCIENDE ENTRE ACLAMACIONES, EL SEÑOR, AL SON DE TROMPETAS.

    Pueblos todos, batid palmas,

    aclamad a Dios con gritos de júbilo;

    porque el Señor es sublime y terrible,

    emperador de toda la tierra. R.-

     

    Dios asciende entre aclamaciones,

    el Señor al son de trompetas;

    tocad para Dios, tocad,

    tocad para nuestro Rey, tocad. R.-

     

    Porque Dios es el Rey del mundo;

    tocad con maestría.

    Dios reina sobre las naciones;

    Dios se sienta en su trono sagrado. R.-

  • segunda lectura: Carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 1, 17 - 23

    Hermanos:

    Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de la Gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cual es la esperanza a la que os llama, cuál es la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cual es la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuera y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no solo en el mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajos sus pies y lo dio a la Iglesia; como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud de lo que acaba todo en todos.

    Palabra de Dios

  • evangelio: Marcos 16, 15 - 20

    En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once y les dijo:

    -- Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos

    Después de hablarles, el Señor Jesús, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.

    Palabra del Señor

Parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles. Serra, Valencia
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